miércoles, 9 de abril de 2008

La insatisfacción como un modo de vida. Por Irma Gallo (Una reseña de El Agente Morboso)

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"Soy una tránsfuga radical." Con esta frase, Rowena Bali comienza a dibujar los rasgos del personaje central de El agente morboso. Se trata de una neurótica e insatisfecha mujer cuya vida gira en torno de una psicoterapeuta, una cirujana plástica y una tarotista, y que después de algunas intervenciones quirúrgicas y hormonales termina convertida en un hombre; concretamente, en un atractivo muchacho caucásico.No importa que para lograr ese objetivo haya tenido que castrar a un hombre y luego a un caballo, porque los genitales del primero no eran suficientemente potentes para ella; su cirujana plástica se encargó de injertárselos a la cintura.El objetivo de esta mujer, que al comienzo de la novela es sólo una chica que se tiñe constantemente el pelo y se hace pequeñas cirugías pero nunca queda conforme, es una mujer exuberante a la que observa una tarde junto a un lago. La misma tarde en que su amante cae abatido en el piso, después de sufrir desagradables y antiestéticas contorsiones. Así, en apenas un instante, el rival de amores desaparece y esta mujer está dispuesta a todo por conquistar a la chica del lago.Pero en esta carrera de transformaciones que nunca llevan a la satisfacción, la chica del lago también es inalcanzable. El ahora atractivo muchacho caucásico no logra que ella pose sus ojos en él, lo que nos lleva a pensar: ¿qué seguirá ahora para este tránsfuga radical? No habrá un caballo blanco en el cual llevar a pasear a su mujer ideal, y tampoco pertenece ya a la tierra de las amazonas, como alguna vez soñó.El vacío es la única respuesta. No importa qué tanto haya hecho por alcanzar la "felicidad", pues ésta nunca asoma un fragmento.Pero al contrario de lo que pudiera parecer, Rowena Bali no nos deja sumirnos en el pesimismo. El agente morboso está escrita con ironía y humor negro, y se ensaya como novela fantástica: en ella se entremezclan situaciones irreales, sueños y preocupaciones cotidianas, con los grandes temas como la imposibilidad del amor y, lo hemos dicho hasta el cansancio, la insatisfacción de los tiempos modernos.Rowena Bali, El agente morboso. Libros de Cultura Urbana/Colofón/ Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2008. 140 pp.
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La dictadura de los estereotipos: ¿Una novela erótica en tiempos del youtube y el marketing multinivel? (Reseña de Édgar Reza sobre El Agente Morboso)


Aún a fines de los años ochenta, la escritura hecha por mujeres en el contexto de la literatura latinoamericana era un instrumento social y no podía ser sexuada. Era mayoritariamente del dominio de los hombres porque, como podrá saberse, el conflicto descansaba en los centros de poder y las condicionantes de género. Pero lo realmente duro para una escritora latinoamericana era vivir bajo la dictadura. Vivir bajo la dictadura era parte de un relato que parecía interminable. Cómo convivir con la impotencia, soportar un estado de humillaciones cotidianas que se podían experimentar en forma profunda cuando se era, por ejemplo, una empleada pública bajo la dictadura, luchar por no caer en la comodidad de la indiferencia, sobrevivir en medio de una desesperada y desesperante urgencia económica, entre otras situaciones, fue para muchas de ellas una manera de habitar el mundo de la vida pública pero también el de sus relatos. Alejandra Pizarnik, Elena Garro, Diamela Eltit, Isabel Allende, Clarice Lispector, ¿qué garantías podían darse dentro de territorios tan vigilados, tan amenazados? De esa experiencia quedó claro que cuando se vive en entornos que se derrumban, la espléndida actividad de contar historias, no está en la línea de aspiraciones ni intereses centrales de los artistas. Porque el desafío es muy otro: la palabra y su descentramiento, su acuerdo estético, su juego, su burla y la torsión, constituyen dentro del proceso de escritura el mayor desafío que deba afrontarse. En situaciones como las que aludo, lo importante es la pluralidad, la arista, el borde, lo disperso, todos aquellos márgenes que aunque estrechos cuestionan los centros y su unidad. De allí que se den en la novela, los pedazos de materiales y retazos de voces, la exploración vagabunda de géneros, la mascarada, el simulacro y la verbalizada emoción, que ha hecho de la literatura latinoamericana el lugar literario.Treinta años después y heredera de esa larga e ininterrumpida tradición, Rowena Bali, en El agente morboso, su primera novela, aprecia que lo importante en la escritura es construir y más aún abrir ciertos espacios estéticos que porten sentidos, porque es allí donde está el centro del dilema literario: el lugar de la conmoción estética y social, pero ya no puesta en lados que resulten esquivos, lugares en los que el poder, el convenio o la norma tienden a ajustar cuentas que al final siempre resultan desfavorables, o peor aún, desfavorecidos. El agente morboso es pues una detenida observación a estos códigos dominantes; a comportamientos que parecen excluyentes o reductores, aquellos que, desde su anacronismo de clase o desde su voracidad económica, tejen condicionantes de conductas, cuando no visiones estereotipadas y represivas: sociedades donde la desigualdad es un vicio y donde lo literario se ofrece más como disyuntiva que como una zona de respuestas que dejen felices y contentos a los lectores.De allí quizá que en el margen de los múltiples márgenes posibles, en el sobreentendido plano de su lector ideal, lleno de baches y de dudas, un lector más bien cruzado por incertidumbres, sucedan el placer y la felicidad entre el disturbio y la crisis. Porque más allá, en la amplitud simbólica de la novela, y en sentido literal, se hace evidente un revés al asignado género masculino y a la administración de poderes centrales que entienden lo femenino como periférico y subordinado en una sociedad masoquista, que lo es en la medida en la que cree que «tiene que triunfar» y en la que sus individuos creen que «pueden ser muchas personas». Una normativa donde sexo, drogas, transexualidad, locura y crimen descentran los centros, y acercan la categoría de lo femenino, no sólo como identidad sexual sino en su esfera de convenciones sociales, a la convención del género, y a sus fluctuantes límites intermedios. Leer pues los temas literarios no es el único síntoma de filiación de una obra. Ya en El agente morboso no es la disconformidad política dentro de un canon literario conservador lo que realiza una crítica, sino la administración de sus materiales. En otras palabras: donde la orden del día es lo que dictan los medios masivos y el Estado, todo gira alrededor de los mismos temas: las gentes hablan de las mismas cosas y de los estereotipos ni los suicidas escapan. Una historia de psicoterapia, Tarot, intervenciones quirúrgicas y hormonales revela la imposibilidad de crear un espacio contrapúblico, un espacio para una reflexión ajena a los modos y demandas externas que permita elaborar una variante propia, porque sencillamente son siempre los mismos lo que están hablando de lo mismo. Y es que no es al habitar en un gran ghetto, en una mayor periferia, como se compite en un sistema central permanentemente intocado. Pero es exactamente allí, en el espacio social y cultural de la mujer que escribe, su vida concreta como escritora, que corresponde hablar de lo que tiene importancia: la relación con el quehacer, el exponer y exponerse como ejercicio didáctico a los efectos discriminadores encubiertos bajo los distintos gestos de lo otro, de lo que «no se entiende», de lo femenino, donde se da el desafío determinista en la lectura. De allí que nos seducen y fascinan el hiperrealismo, el antihéroe, el nihilismo de víctimas y silencios existenciales, la introversión y soledad detrás de estas «historias: no historias»: la novela como algo que interfiere con la realidad; la sociedad que caza brujas, de consumo y bienestar auspiciado y a la vez temido, y cuyas coordenadas pocos artistas conocen. De allí que nos llamen la atención el balance negativo del héroe (aunque el protagonista es mujer, su tema es el donjuanismo), lo que sucede fuera de una indagación existencial y que es territorio mítico de la novela de Rowena Bali. En resumen, el ejercicio de simulación: el disfraz de la novela, que es más que historia y biografía novelada.Y es que dicho así, El agente morboso marca el quiebre integralmente histórico con cierto tipo de narración y concepción de género hecha a caballo entre los siglos XIX y XX, y con los grandes productos del realismo: Isabel Allende y Almudena Grandes, entre otras. Rehúye pues, al modo del thriller sentimental, de sólo ser autobiógrafa de su propia autobiografía, presentando personajes cuya misma inmadurez es la misma a los siete, que a los doce, que a los veinticinco años y por medio de los cuales la autora continuamente se expresa (Las edades de Lulú). En El agente morboso no hay pleonasmos, solecismos, barbarismos, anacolutos, ni adjetivaciones plenipotenciarias (Marcela Serrano, Rosa Beltrán, Cristina Rivera Garza). Ni está la Vida con Mayúscula ni existen definiciones insólitas ni verdades axiomáticas ni reivindicaciones legítimas ni resentimientos solidarios que consiguen que todo aquello que era universal se convierta en doméstico (Isabel Allende). Más aún, no pone lo grotesco en un altar para ilustrarnos su cuento (Laura Restrepo). Se trata, por el contrario, de una crítica radical a una sociedad, cuyo lector medio no habiendo asimilado la estética narrativa de la primera mitad del siglo XX, ha pasado de hacer creer a las personas falsedades transparentes, a obligarlas a ocupar sus mentes refutando mentiras. Una sociedad que cree que la ficción debe ser amnésico eficaz frente al imperativo de caminar hacia el futuro y no retroceder; donde se fabrican sueños sin realidad y donde para comercializar un producto es necesario incluso ocultar la identidad y más aún es imprescindible cambiarse el nombre. Una dictadura, la de los nuevos estereotipos mismos, donde un ser emprendedor y con visión de futuro no es sino un precursor de infinidad de fraudes. Ópera bufa, drama, esperpento, un «agente morboso» no sino un indicio o causa de enfermedad, y El agente morboso es con todo ello una conmovedora historia hasta el último de los capilares por la sencilla razón de que para Rowena Bali es imprescindible que Madame Bovary se convierta en Raskolnikov para que las cosas mejoren. ¿Lo consigue finalmente? No lo sé, está en cada lector responder a esa pregunta. Pero diré dos cosas: La primera: es que uno de los mayores desaciertos de la crítica es pensar que el libro es una obra maestra; la segunda que, en la medida en que acepta el desafío de medirse a fondo y por todos los medios con las transformaciones de democracia, capitalismo salvaje y sociedad tecnológica y de masas, con apenas su primer novela, nos encontramos ante una de las escritoras de mayor calado de la narrativa mexicana y de lengua española. Ya vemos pues que no es el espacio del folletín amoroso el único posible para la mujer, ni el de la abnegación irrestricta, ni el anecdotismo de la liberalidad política o sexual. Porque más importante es el despliegue de la contestación meditada de un pensamiento que conecte lo individual con lo público, lo subjetivo con lo social de los verdaderos roles, de los múltiples desdoblamientos. Además de El agente morboso, Rowena Bali ha escrito las novelas El Ejército de Sodoma, La bala enamorada, Hablando de Gerzon, Amazon party y Tina o el misterio. También es autora del libro de cuentos De vanidades y divinidades y del poemario Voto de indecisión.

martes, 8 de abril de 2008

El Agente Morboso está inoculando la tribuna


Presenta su libro El agente morboso, editado por Colofón y la UACM (entrevista para La Jornada, publicada hoy)

Una de las imágenes que ilustran el libro de Rowena Bali

Hoy, la exhibición de la sexualidad es errónea y vacía, señala Rowena Bali
Fabiola Palapa Quijas

Soy un tránsfuga radical. Mis cambios se generan a modo de repeticiones: en cada alteración ocurre exactamente lo mismo que la vez pasada. Así comienza la novela El agente morboso, de la escritora Rowena Bali, en la que mediante el protagonista de la historia, una mujer que se transforma en hombre presenta una realidad amarga en torno al sexo, las drogas, la obscenidad, la transexualidad, la locura y el crimen.
“La palabra tránsfuga se metió en mi cabeza desde niña y no salió hasta que quedó impresa en el libro. La palabra expresa cambio, movimiento, velocidad. Es una característica muy importante de nuestro tiempo y la sociedad suele ser muy amarga y ha dejado de ver ciertas situaciones, todo pasa demasiado rápido.
“Los medios masivos de comunicación manejan siempre una velocidad tan estrepitosa que nunca se llega a conocer con profundidad un acontecimiento. Esto me lleva a una realidad un tanto amarga, que quise parodiar en el libro”, explica la autora en entrevista con La Jornada.
El tema de la sexualidad está presente prácticamente en todos los libros de Rowena Bali, y desde su posición femenina intenta borrar los mitos injustos sobre la mujer.
“Cuando me es posible abordo la sexualidad desde el punto de vista masculino; me gusta explorar y conocer esa parte, y el hombre es una constante. La novela también se centra en el erotismo, tema en el que espero alcanzar un nivel de mayor perfección.”
En El agente morboso, la escritora hace un registro crítico del modo de vivir del sector de una generación que se afana y se desvive entre la falacia de las cirugías plásticas, los valores cubiertos de perversión, las fugas de la realidad y la idealidad, inéditas, asfixiantes, con todo y los cambios transexuales.
“En la trama –relata Bali– el personaje principal inicia como mujer y termina transformándose en un príncipe azul extraño, un hombre macho. Se transforma en lo que ella detestó en algún momento. Se convierte en un hombre promiscuo que lastima a las mujeres.”
Al criticar la morbosidad de las sociedades de consumo, la protagonista nunca experimenta un verdadero placer sexual, aunque se transforma en hombre por su delirio por las mujeres. “El personaje no tiene conocimiento de lo que significa una sexualidad masculina, porque en este intento de encontrar a varias parejas sexuales, a las que en realidad no conquista, sino hasta al final de la historia, acaba en un acto sexual patético, en donde él mismo no disfruta nada. No existe el placer para él”.
En opinión de Bali, “se ha tergiversado de manera impresionante lo que significa el placer sexual. Existe una inundación de imágenes no eróticas, sino pornográficas, a las que todos tenemos acceso mediante la Internet, es algo avasallante. La exhibición de la sexualidad actualmente es errónea y vacía”.
Para la también autora de El ejército de Sodoma, La bala enamorada y Amazon party, es importante que exista mayor claridad respecto de la sexualidad, porque chicas mostrando sus atributos en la Internet, masturbándose o sosteniendo relaciones con desconocidos, lo único que provoca es violencia.
Otro tema que incluye en su obra es la supuesta felicidad que puede tener el ser humano, cuando se deja influir por los medios de comunicación y ciertos estereotipos relacionados con la belleza.
“La protagonista tiene la idea de que al convertirse en hombre conquistará a una mujer bella, porque será un hombre atractivo, pero alcanzar a una mujer idealmente bella no le proporciona felicidad.”
El agente morboso, coeditado por Colofón y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), es quizá la obra en donde Bali más habla y juega sobre los cambios y transformaciones que puede experimentar el ser humano.
Rowena Bali también es autora del libro de cuentos De vanidades y divinidades y del poemario Voto de indecisión. “Yo soy más novelista, pero he publicado algo de poesía, me interesa sobre todo la prosa poética, es uno de los terrenos que más he trabajado; desde que leí a Dylan Thomas me enamoré de este género.”

lunes, 7 de abril de 2008

Podcast de Tripulación Nocturna, Sobre El Agente Morboso

Rowena Bali
Tripulación Nocturna - Tuesday, 26 de August de 2008

Breve fragmento de El agente morboso


Antes de cambiar, antes de convertirme como un Sumo Sacerdote Invertido, yo deseaba que no existieran otras mujeres además de mí. En aquel entonces era sólo una chica que se teñía el pelo. Las otras eran unas enfermas; las que además eran bellas, me parecían particularmente horrendas: unas arpías que se las ingeniaban para ocultar su fealdad bajo la mirada de los hombres. La ira aún se me cuela a la cabeza. Pero cuando me acuerdo de ella a la orilla del lago, cuando la tipa del video refulge en la recámara, cuando la Madre Silicona empieza a entibiarse, la ira se adormece. Antes de conocerla empecé a escribir una sórdida historia sobre mujeres; me encantaba ponerlas en evidencia. Había perfilado el personaje de una histérica que en las noches de furor se ponía a seducir perros en los parques. A veces lo conseguía y otras se iba desairada, con el corazón hecho una oveja rabiosa.Había avanzado varios capítulos en las aventuras de esta dama cuando irrumpió ella: mi tema favorito. Apagó la televisión, me hizo olvidar la historia de histéricas, mi próxima partida a no sé dónde. Todo se quedó en un bote de espray con aroma a muerto.Por cierto, de aquella historia que murió de alguna forma junto con mi viejo yo, he conservado varios pasajes que quedaron insertos en mi alma como sampleos de un amor narcisista.Mi odio por los hombres se hizo manifiesto ya en avanzados capítulos. Además de evidenciar la maldad de ellas, también advertía cierta perfidia en ellos. Este reconocimiento se convirtió en una idea perfectamente insana que me presentaba a los machos en forma de criaturas horriblemente deseables, pero muy malas. Aquella idea enferma alcanzó tal madurez que se convirtió en una de mis fantasías preferidas: matarlos a todos y construir un mundo de puras mujeres, donde la belleza no fuera una adversaria tan temible. Aquella fantasía se tornó una estrategia: sólo había que dispersar una canción secreta. Entonces mi sueño adquiría unos efectos de sonido que me erizaban la carne. Pienso en aquellos años, cuando yo aún era una chica que se teñía el pelo, y la canción vibra en el fondo de mi piel...

sábado, 5 de abril de 2008

Breve historia verdadera de mi Yo Ideal

Mi Yo Ideal no aparece, lo odio demasiado, este soy yo, intentando parecerme un poco a él
No les voy a contar como nací yo, nada interesante hay en mi vida. Mi yo Ideal nació como resultado de mis fantasías megalómanas, las cuales empezaron a anidar en mi mente gracias a mi enfermiza afición a los cómics, a las novelas fantásticas, las películas de acción, las revistas porno, las telenovelas, los videos gore, las páginas más sucias de Internet –que dejaron mis sesos y mi sistema operativo afectadísimos-, mi gusto por los automóviles, las mujeres intocables, las drogas... El día que nació me sentí feliz, puesto que en mi inocente ignorancia del porvenir, nunca imaginé que ese bicho terminaría por aniquilar mi amor propio y mi potencial con las mujeres alcanzables. Conforme fue creciendo me fue chupando poco a poco mi de por sí escaso encanto, y se convirtió en mi sustituto en los antros más in, a los cuales me aficioné una vez instalado en las drogas. Se tiró al amor de mi vida, a mi adorada Cirujana Plástica, a la belleza alcanzable de nombre Piurbiuti, a la Tarotista, ¡no dejó títere con cabeza!. Y lo peor, se alió con mis enemigas más temibles: La Bruja del Mimi´s y La Bul. Se gastó una buena parte de la fortuna que le agandallé al Gordo Capitalista en mujeres con las que yo no podía ni soñar en aclientarme, en automóviles que apenas se dibujaban en mis pininos megalómanos, en drogas que superaban cualquier estado de consciencia conocido por mi –y miren que es mucho decir, después de haberme metido chucherías hasta por el culo-, en ropa que ni el Gordo en sus años de modelo de Vogue, podía lucir con tan buen porte. En fin, ese maldito Yo Ideal acabó conmigo.

Breve historia verdadera de La chica del Lago


Creció en Ciudad Satélite, en una familia de clase media con despuntes e ínfulas aristócratas. Se educó en los mejores colegios de la zona y dedicó sus púberes tardes a asistir a la Plaza Comercial, solo para dejarse admirar por los chicos de su edad y definir su potencial futuro. Siendo una adolescente entró al gym, donde consiguió moldear su perfecta figura, no conforme con esto y con la certera aprobación de su madre y su padre, ambos dentistas, se hizo varias cirugías plásticas, se arregló la nariz, se puso unas lindas nalgas nuevas, unas tetas grandiosas, y se coronó como la reina. Ahí conoció al Patán, un psicoculturista de estupidez y dimensiones musculares fenomenales, quedó prendida a él durante un tiempo. Ambos vivieron su idilio hasta que mi Yo Ideal decidió acabar con la masa encefálica –escasa, por lo demás- del joven Patán. Desde entonces vivo sufriendo por conquistar su amor, deseando intensamente meterle este inmenso miembro recién implantado por mi sexy cirujana plástica.

Breve historia verdadera de la Bruja del Mimi´s


Nació en la colonia Clavería, en una casona que hoy ha sido derruida. Su mamá se dedicaba a hacer limpias. Su padre sufrió una embolia y nunca pudo recuperarse del todo, así que, como hiciera el Gordo, se dedicaba a mirar por la ventana hacia la avenida.
La bruja fue una atractiva adolescente. A su papá le gustaba acariciarla con su mano buena. Su mamá lo permitía puesto que era el único placer que le quedaba al pobre hombre.
La madre le enseñó sus oficios, ella los aprendió en forma muy natural, para ser bruja había nacido. Pero a fuerza de sórdidos toqueteos el asco se implantó en su corazón y se volvió una bruja, no oscura, sino psicópata. Se obsesionó con la idea de conquistar hombres hermosos, distintos a su horrible padre, a los cuales veía sólo en revistas. Más tarde, cuando pudo empezar a frecuentar los antros in, encontró solaz y objetivos reales para su maldad. Pese a su fealdad, curtida a base de torpes manoseos, desarrolló el fino arte de la inoculación y llegó a conquistar a los más hermosos niños del antro. Un día (día que no me cansaré de maldecir), yo me topé con Jack, uno de sus novios, -un ejemplar caucásico de grandes dimensiones genitales- y lo castré con el único e inocente objetivo de hacerme un implante que me permitiera hacerle el amor a mi Chica del Lago amada. Desde entonces ella se obsesionó conmigo, y no se cansará de perseguirme hasta recuperar el gran miembro de Jack.

Breve historia verdadera del Gordo Capitalista

¿Porqué decidió aquel hombre morir de tristeza y obesidad frente a una ventana? No fue su propia decisión: le quebraron la voluntad.
Después de tantos años de muerto en vida aún creo en el milagro de hacerlo reaparecer bello y lozano como un rostro de Vogue. Me he convertido en una víctima de esa herencia que gandallamente le arrebaté. En sus tiempos de joven era bello, un modelo de ascendencia rusa, muy rico. Su rostro de antaño se ha incrustado como un diamante negro en mi mente.
De pronto un día se sintió iluminado, -era el LSD- y su padre se lo llevó a curar a Escocia, donde le dieron electroshocks y lo dejaron para siempre oscurecido.
Me quedo largas horas sentada frente a la ventana blanca y espero la muerte en su honor... mientras pienso, pienso, pienso en ganarle la carrera a los gusanos y gastarme todo lo que su muerte me dejó, pero no consigo firmar un sólo baucher, tengo el despilfarro restringido, constreñido por mi baja ralea, y tengo el alma y el puño agarrotados por el remordimiento.

La Comunidad Lesbico Gay, ha adoptado a El Agente Morboso

Visita las páginas:

http://anodis.com/
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http://mx.iplural.com/

jueves, 3 de abril de 2008

Es un placer indescriptible...

saber que los jóvenes lectores entusiastas se están dejando inocular por El Agente Morboso. Esta foto cuyo link pongo acá abajo, la sacó Carlos Lara (quien por cierto hace un excelente trabajo de ilustración) para contarme que lo está leyendo y que le está gustando.

http://s10.photobucket.com/albums/a111/xoho/internet%20goodies/?action=view&current=Photo8.jpg"